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One wonderful waltz of Johann Strauss
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Johann Strauss II (October 25, 1825 -- June 3, 1899; also known as fully Johann Baptist Strauss, and Johann Strauss, Jr. was an Austrian composer of light music, particularly dance music and operettas. He composed over 500 waltzes, polkas, quadrilles, and other types of dance music, as well as several operettas and a ballet. In his lifetime, he was known as "The Waltz King", and was largely responsible for the popularity of the waltz in Vienna during the 19th century.
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Strauss was born in St. Ulrich (now a part of Neubau), the son of Johann Strauss I, another composer of dance music. His father did not wish him to become a composer, but rather a banker; however, the son defied his father's wishes, and went on to study music with the composer Joseph Drechsler and the violin with Anton Kollmann, the ballet répétiteur of the Vienna Court Opera. Strauss had two younger brothers, Josef and Eduard Strauss, who became composers of light music as well, although they were never as well-known as their elder brother.
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Some of Johann Strauss's most famous works include The Blue Danube, Vienna Waltz, Kaiser-Walzer, Tales from the Vienna Woods, the Tritsch-Tratsch-Polka, and the Pizzicato Polka. Among his operettas, Die Fledermaus and Der Zigeunerbaron are the most well-known.
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[1] - Edgar Degas (París 1834 - 1917) pintor impresionista francés, inició sus estudios de derecho, gracias a la desahogada economía familiar y al beneplácito de su padre, cuya cultura y sensibilidad ante lo artístico resultó fundamental en su etapa de formación, pero se dedicó bien pronto a la pintura. En 1853 ingresó en el taller del pintor Barriasy, y en 1854 recibió las enseñanzas de Louis Lamothe, seguidor de Ingres.
Su privilegiada condición social, que determinaría toda su vida y una buena parte de su obra, le permitió acceder a las colecciones particulares de pintura de la clase alta parisiense y formarse en la tradición clásica como autodidacta a través de múltiples viajes. En Florencia, conoció en casa de su tío, el barón Bellelli, copias y originales de Rafael, Mantegna, Pollaiuolo, Ghirlandaio y Botticelli.
Por los testimonios de la época se sabe que Degas era un hombre tímido, sensible, algo retraído, con una gran vida interior que a veces le dificultaba la relación con sus semejantes. En la década de los sesenta, la posibilidad de entender la pintura como un ejercicio artístico, ajeno a las alegorías y al trasfondo moralista de los grandes cuadros de historia, era todavía incierta y dudosa.
Las relaciones de Degas con el movimiento impresionista fueron bastante complejas. A pesar de que participó en siete de las ocho exposiciones del grupo y mantuvo diferentes contactos con todos los pintores que lo constituían, se negó sistemáticamente a practicar la pintura al aire libre y su obra posee indudables resonancias realistas e incluso clásicas.
Tras la guerra franco-prusiana, en la que participó alistándose en la Guardia Nacional, Degas regresó a París y descubrió el fascinante mundo escénico que tanto exaltó en su pintura. Frecuentó el ballet de la Ópera de la calle Peletier, iniciando sus primeras y míticas series de bailarinas hacia 1872. Dos años después, cuando participó en la primera muestra impresionista, su pintura fue una de las menos criticadas debido al perfecto dominio del dibujo, entendido éste sólo como un análisis de la realidad.
A partir de los años ochenta, Degas realizó numerosas variaciones sobre el tema de las bailarinas, sin embargo, la idea de la mujer estuvo muy vinculada a su vida artística y privada. Degas perdió a su madre cuando contaba apenas trece años.
Al margen de las connotaciones misóginas de semejante afirmación, lo cierto es que sus complejas relaciones con las mujeres influyeron notablemente en su arte y propiciaron su curiosidad a través de la mirada, un "voyeurismo" que se manifiesta en esos cuerpos que, en realidad, parecen haber sido robados a la intimidad femenina, mientras las mujeres se preparan para la escena, como en Clase de baile (1872, Museo de Orsay, París), Bailarina sentada frotándose el tobillo izquierdo (1881-1883, Museo de Orsay, París) y Bailarinas entre bastidores (1890, Museo de Orsay, París).
Degas fue un pintor clásico de la vida moderna que mantuvo una apasionada relación con la pintura del pasado: "Está muy bien copiar lo que uno ve, pero es mucho mejor dibujar lo que ya no ve, salvo en el recuerdo. Es una transformación en la que la imaginación y la memoria trabajan juntas. De este modo los recuerdos y las fantasías se liberan de la tiranía de la naturaleza. Por este motivo los cuadros hechos así, por un hombre que tiene una memoria cultivada y que conoce tanto su oficio como a los viejos maestros, son casi siempre obras notables.
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